Una de las enseñanzas centrales de Jesús es aquella que nos llama a perdonar a los enemigos, a perdonar y bendecir a aquellos que nos hacen daño, que nos hieren y que nos tratan mal.
Prácticamente nos dice Jesús que no hay lugar para estar resentido como creyente de Jesucristo.
Como seguidores y servidores de Cristo podemos ser heridos, rechazados y maltratados de rentes maneras. La tentación a responder a esas acciones con amargura siempre está presente. Por eso que debemos cuidar nuestro corazón y aplicar la lección del perdón constantemente mientras seguimos a Dios.